Infierno (III)



Max.

Jamás creí que pudiese venir alguien a esta clase por quien mereciera la pena dar la cara. Sí, claro que hay más gente que es el centro de las burlas del bruto de John, pero ninguno es como ella. Tara. Es que hasta su nombre es perfecto. 

-Max, ¿cuál es la respuesta? -le preguntó la profesora, al verlo por primera vez absorto en otros asuntos que no eran las explicaciones.
-¿Eh? No lo sé, profesora... -contestó él bajando la mirada avergonzado, era la primera vez que no sabía una respuesta.
Una mano tímida se levantó al final de la clase, era ella, Wisconsin dijo ésta dando así respuesta a la pregunta efectuada. Él se avergonzó mucho y al sonar el timbre del descanso salió rápidamente del aula. Tara, que entre otras cosas, era muy observadora y al verlo salir tan rápido fue tras él.
-Max, espera, ¡Max!
Cómo sabía su nombre. Paro en seco y dio media vuelta, estaba ahí delante suyo. Su pelo relucía mucho más al sol, y sus ojos marrones se ponía color miel.
-¿Cómo sabes mi nombre..? -preguntó mientras cogía aire.
-Lo escuché antes, cuando te preguntó la maestra.
-Ah... Claro -se ruborizó pero se disimulaba con el rojo natural de sus mejillas.
Entablaron una larga charla que duró todo el tiempo que tenían de patio. Un pitido estridente los avisó que era momento de volver a clase.
Qué rápido ha pasado hoy el descanso, pensó Max.
Sergio Dalma - La cosa más bella
¿Cómo comenzamos?
yo no lo sé,
la historia que no tiene fin
y, ¿cómo llegaste a ser la mujer
que toda la vida pedí?


Querido Jan felicidades por tus treintatantos...

¿Me quieres tú? Eso es cosa tuya...

Hace tiempo que tengo una promesa pendiente con alguien y, no sé si decir suerte o desgracia pero, seguirá estando pendiente. Supongo que querrás saber de que mierdas te estoy hablando, ¿no? Pues bien, esa promesa se trata de confesarte mi mayor secreto. Sí, has leído bien. Tu me diste una respuesta a una simple pregunta, ¿lo vas a dejar? Ahora me toca a mi responderte a la tuya, ¿estás enamorada? Sí, lo estoy. Tranquilo, a la siguiente pregunta también voy a responderte. De ti, Jan. Estoy enamorada de ti, desde hace más de dos años. Recuerdas aquella charla que tuvimos acerca de mi padre, pues desde entonces. Y ahora te vendrán millones de preguntas a la cabeza, ¿verdad? ¿Qué por que de mi, si hay miles de chicos dispuestos a quererme? ¿Qué tu eres mayor? ¿Qué es una locura? Pues.. Sinceramente, no tengo respuesta a ninguna de ellas. Esas mismas preguntas me las llevo haciendo yo mucho tiempo, pero he aprendido que al amor le da igual, la edad, la locura y el chico. Pero.. Yo, solo tengo una pregunta sin respuesta a la que no he podido dejar de darle importancia ¿me quieres tú? Eso es cosa tuya... 
Y este es el e-mail que he escrito miles de veces y que jamás me he atrevido a enviar.