Abuelo.

Cuando hice estas fotos hacía poco tiempo que le habían diagnosticado cáncer de estómago a mi abuelo. Fuimos al pueblo a buscar su coche, ya no conducía por la ciudad hacía más de cinco años por un problema de cataratas, que vivía allí. Su casa es la vecina de la de su hermano pequeño, que se encargaba de arrancar el coche de vez en cuando para que no se estropease el motor. Las fotos están hechas en su pueblo, que acaba siendo mi pueblo de rebote, un pueblo de Murcia, de unos pocos miles de habitantes, la casa está a las afueras donde la población no llega al centenar de personas. Todos se conocen, todos conocen al Emilio y la Maruja, mi abuela. Todos conocen a los de Barcelona. Todos se conocen y hacen vida de pueblo, de pueblo de los de antes donde si tu tienes verduras y yo tengo gallinas nos cambiamos los víveres sin pedir nada más a cambio. Volviendo a las fotos, él se empeñaba en hacer vida normal como si en el estómago no tuviese algo que iba a acabar con él, así que cumpliendo con sus deseos preguntamos en una visita médica si podíamos hacer el viaje y el doctor dijo sí, así que a los dos días estábamos haciendo siete horas en coche hasta el pueblo. Las fotos son del camino de entrada a la cochera, se empeñó en salir a las tres de la tarde de un 15 de julio a arrancar hierbas. Él que se mareaba caminando a la sombra, se había salido a hacer lo que más le gustaba: vida de pueblo. Yo que había salido, también a las tres de la tarde en pleno julio en Murcia, a hacer fotos a la vía del tren y a las huertas de la zona, cuando volvía a casa me lo encontré allí con la azada arrancando hierbas, ''qué haces abuelo que te va a dar algo al sol'' le dije mientras le hacía las fotos, ''que no pasa nada, no os preocupéis tanto'' me respondió sin inmutarse de las fotos que le estaba haciendo. 
Así era él, y lo echo de menos. 

Yayo.