El último grito.

Tejiste una malla alrededor de tu cuerpo,
después del último grito.

Las heridas ya no se distinguen
entre tu piel y tu alma
y una coraza te protege del abrazo de los 
otros.

No quisiste mirar al carcelero
nunca más,
pero alargó su sombra
delante de tus ojos.

No quisiste mirarlo,
no quisiste,
y sin embargo,
hay cárceles que insisten en quedarse,
invisibles,
adheridas,
sin vuelta atrás.
-Inma Chacón-

Fitipaldi.

Tiendo a echarte de menos cuando menos te pienso. Y aunque lo intente, una parte de mí, esa parte de mí que siempre fue tu Síl, te echa de menos. Y hoy te escribo, con la certeza de que no vas a leerme, porque siento que me abruman las risas, las palabras, los silencios, los recuerdos de siete años tirados a la basura. Me invaden hoy que me siento nostálgica, perdida en el pasado, hoy que ando dando tumbos entre años más felices, dando saltos de gigante desde el día que te conocí en aquel bar hasta el día que nos te perdí, aunque no sepa cual fue. Te diré algo, esa parte de mi que no quisiste conocer, esa Sílvia que dices que soy ahora, tan distinta a la que fui, ella también te echa de menos. A ti, a la que eras y, a la que eres ahora aunque no la hayas dejado conocerla. Y te quiere. Sin condiciones, sin esos ''tú antes no eras así'', sin reproches ni preguntas. ¿Conoces la sensación de sentirte constantemente vacía, triste y rota aunque estés llorando de  risa? ... Claro, claro que la conoces. Eso es mi día a día, ser feliz a medias. Ser feliz a medias es muy difícil, ¿sabes? sobrevivir sin una parte esencial es complicado. Y yo he perdido 2/4. No quisiste que volviéramos a conocernos volver a conocerme. Aunque estuve desesperada, gritando en silencio que quería que lo hicieras, porque realmente no hemos he cambiado tanto. Ni tú ni yo somos tan diferentes a como éramos antes de crecer. Y yo sigo echándote de menos. Sin decirlo demasiado a ver si así dueles menos. 
En Robeland te echan de menos, Fitipaldi.