Automutilación.

No tiene
sino un surco
en la espalda.
Un tajo.
Allí
donde dio cobijo a un sueño.
No tiene dolor
sino memoria 
del espanto.
Un hueco.
Y el recuerdo de su mano
asistida de furias.

-Dulce Chacón-


Poema.

Conozco el perfil
de la distancia.
Agazapada en rostros íntimos
el acto de ocultarse
la delata.
Es mi ojo
el que pregunta.
-Dulce Chacón-

Después del accidente.


Despierta, amor,
¿qué es esa palidez?
Nunca has dormido así.
Despierta, 
dormir es un incómodo letargo,
es un caparazón sin prisa
y hacia dentro
y crea hábito de lugar,
inmóvil.
Muda es la prisión
...y ayer me dijiste
hasta mañana.
¿Por qué tienes
afilada la nariz?
Despierta, no insistas
en esa quietud.
Abrázame otra vez.

-Dulce Chacón-

Es mi alma.

No sois vosotras, ricas aguas
de oro, las que corréis
por el helecho, es mi alma.
No sois vosotras, frescas alas
libres, las que os abrís
al iris verde, es mi alma.
No sois vosotras, dulces ramas
rojas las que os mecéis
al viento lento, es mi alma.
No sois vosotras, claras, altas
voces las que os pasáis
del sol que cae, es mi alma.

-Juan Ramón Jiménez-

-Cuanto te pareces a tu madre. A ella también le encantaba que la arropara así de tirante.
-No soy como ella. Somos distintas. No parecemos parientes.
-¡Oh, vaya! Sí... sé a qué te refieres. Los parientes traen problemas, en eso estoy de acuerdo. [...] Y mi madre dijo: ''Sí, si estuvieran solas, pero hay muchas hormigas ahí abajo y todas son parientes, una familia, como nosotros. Y para eso están las familias, para eso se inventaron, para que no digamos nunca ''no servirá de nada'' y si las hormigas pueden hacerlo nosotros también''. ¿Sabes? Mi Birdee es mucho más fuerte de lo que ella cree y... algún día se dará cuenta.
-Te quiero abuela.
-¡Oh! ¡Oh, cariño! Mi corazón se desborda.

Hope Floats (Siempre queda el amor).
Tengo que decirte algo. Tengo que decirte que a lo mejor no hay más. A lo mejor así es como soy.. Insegura, confusa...un desastre. Así que si estás esperando a que me transforme en la mujer que tu quieres que sea tengo que decirte que podrías pasarte toda la vida esperando...

Al atardecer.
Aún me asusta mi forma de pensar. 
Aún sigo siendo tan frágil. 
Aún sigo sintiendo los gritos de dolor de mi alma. 
Aún sigo acallando los pensamientos. 
Aún sigo conteniendo las lágrimas. 
Aún continúo igual de rota que antes. 
Aún sigo siendo la misma de hace dos meses.
Aún tengo miedo de volver a caer. 

Efímero.

Se quedó sentado más de una hora casi sin parpadear a la espera de los médicos. Nadie salía a decirle como estaban sus hijos. Él iba conduciendo, estaba cansado de trabajar, se quedó dormido un segundo y el coche se empotró contra un árbol. Sólo recordaba escuchar a su hijo mayor ayudar a la pequeña a aprenderse un poema para el colegio y luego ruido de sirenas y un fuerte dolor de cabeza y despertarse en la cama de un hospital. Una enfermera le estaba curando la herida del brazo cuando se despertó. Intentó incorporarse pero la enfermera le dijo que era mejor que se quedara tumbado. Preguntó por sus hijos y le dijo que lo informaría. Así que se quedo sentado en la camilla esperando a la enfermera con las noticias, pero de esto hace ya más de una hora. La enfermera parece haberse olvidado y él acaba de perder el conocimiento.
-¡Hola papá!

¡Bestia cristiana!

Cuando se le acercó La Veneno, la extremeña le mantuvo la mirada, con la boca apretada de rabia. Después de unos minutos, la monja obligó a Tomasa. Atrajo la cabeza de la reclusa hacia el Niño Jesús. Tomasa agachó la cabeza, acercó los labios al pequeño pie, y en lugar de besarlo, abrió la boca y separó los dientes.
Un crujido resonó en el silencio de la galería.
Un crujido.
Y una boca que se alza sonriendo, con un dedo entre los dientes.
Y un grito:
-¡Bestia comunista!
El grito es de la hermana María de los Serafines.
Mercedes acerca su pañito almidonado al pie del Niño Jesús y cubre su amputación como quien cura una herida. La monja vuelve a gritar:
-¡Bestia comunista!
Y propina un golpe seco con el puño cerrado en la boca de Tomasa.
Un vuelo de hábitos, de anchas mangas blancas dirigidas a un rostro que no ha perdido la sonrisa.

-La voz dormida-