Sueños.

Siempre hay tiempo para un sueño.
Siempre es tiempo de dejarse llevar
por una pasión que nos arrastre hasta el deseo.
Siempre es posible encontrar la fuerza
necesaria para alzar el vuelo y dirigirse hacia
lo alto.
Y es allí, y solo allí, en la altura, donde
podemos desplegar nuestras alas en toda su
extensión.
Solo allí, en lo más alto de nosotros mismos,
en lo más profundo de nuestras inquietudes, 
podemos separar los brazos, y volar.

Construcción de un sueño.
Dulce Chacón.

Muerte.


La muerte cargada de lágrimas.
Inma Chacón.
Llega la muerte
cargada de lágrimas.

Se pasea entre nosotros
como la primavera
entre los tallos que empujan

como el lobo
entre las ovejas

como el triunfo
entre los vencidos.

Erguida,
segura de que sólo ha de rozar
un hombro,
un solo hombro,
para que todos la sientan.

Derecha,
como los que no tienen miedo.

Sin dudas,
llega la muerte.

De día y de noche.

Aunque nadie la llame,
aunque no sea el momento.

Llega.
Mira.
Elige.
Roza.

Y se queda con nosotros
para siempre.

La muerte acurrucada.
Inma Chacón.
¡Ah, la muerte acurrucada!
Semilla que germina
junto a la sombra inmune
del ciprés,
multiplicada
a golpes de sorpresa.

La muerte amiga,
de visita sin aviso.

La muerte torpe,
en lugar equivocado.

La muerte súbita,
robadora de sueños,
impertinente interrupción
del latido,
portadora de bocas
que se quiebran
en gritos que no pueden
salir de la garganta.

Lamentos que se unen
al lamento
en un camino de ida
del que todos pueden regresar
menos aquel
que continúa llorando cada noche
a cada uno de sus muertos.

¡Ah, la muerte!
Acurrucada.
Torpe.
Robadora de sueños.
Semilla que germina
en lugar equivocado.
Portadora de llanto.
Súbita.
¡Impertinente!

''Arcanos'' Inma Chacón.


Precisamente ahora, 
que sonríes
como si la vida no fuera una amenaza
de la que defenderte

y tus ojos brillan.

Ahora que pareces
la lava de un volcán,

roja
candente
desbordada
lenta

como los ríos que saben
que llegarían al mar
de cualquier modo.

Ahora
que ya no necesitas
la armadura
con la que te protegías
de los otros.

Ahora que podrías lanzarte sin red
y sin arneses
desde la cima de cualquier acantilado

y volar.

Ahora,
precisamente ahora,
te rompes en pedazos
vida mía.
-Precisamente ahora-.





                             Entre los restos de un naufragio
que no ha conocido el mar          
                           Dulce Chacón
          Las palabras de la piedra

Se han callado los muros
del monasterio.
Las piedras que te arroparon
ya no gritan tu nombre
convertido ya en mito
y en lugares comunes.

No habrá más bodas
que celebrar.
Los velos blancos
se tiñeron de negro
el día que te fuiste

y las campanas
se rebelaron contra nosotros
en un silencio lento y dolorido
que acobardaba al aire.

Los monjes ya no cantan
sus maitines
ni su hora nona

y Jimena ha dejado de esperar
a su Cid
entre los restos de un naufragio
sin mar

y sin sepulcros.
-El silencio-

El último grito.

Tejiste una malla alrededor de tu cuerpo,
después del último grito.

Las heridas ya no se distinguen
entre tu piel y tu alma
y una coraza te protege del abrazo de los 
otros.

No quisiste mirar al carcelero
nunca más,
pero alargó su sombra
delante de tus ojos.

No quisiste mirarlo,
no quisiste,
y sin embargo,
hay cárceles que insisten en quedarse,
invisibles,
adheridas,
sin vuelta atrás.
-Inma Chacón-

Fitipaldi.

Tiendo a echarte de menos cuando menos te pienso. Y aunque lo intente, una parte de mí, esa parte de mí que siempre fue tu Síl, te echa de menos. Y hoy te escribo, con la certeza de que no vas a leerme, porque siento que me abruman las risas, las palabras, los silencios, los recuerdos de siete años tirados a la basura. Me invaden hoy que me siento nostálgica, perdida en el pasado, hoy que ando dando tumbos entre años más felices, dando saltos de gigante desde el día que te conocí en aquel bar hasta el día que nos te perdí, aunque no sepa cual fue. Te diré algo, esa parte de mi que no quisiste conocer, esa Sílvia que dices que soy ahora, tan distinta a la que fui, ella también te echa de menos. A ti, a la que eras y, a la que eres ahora aunque no la hayas dejado conocerla. Y te quiere. Sin condiciones, sin esos ''tú antes no eras así'', sin reproches ni preguntas. ¿Conoces la sensación de sentirte constantemente vacía, triste y rota aunque estés llorando de  risa? ... Claro, claro que la conoces. Eso es mi día a día, ser feliz a medias. Ser feliz a medias es muy difícil, ¿sabes? sobrevivir sin una parte esencial es complicado. Y yo he perdido 2/4. No quisiste que volviéramos a conocernos volver a conocerme. Aunque estuve desesperada, gritando en silencio que quería que lo hicieras, porque realmente no hemos he cambiado tanto. Ni tú ni yo somos tan diferentes a como éramos antes de crecer. Y yo sigo echándote de menos. Sin decirlo demasiado a ver si así dueles menos. 
En Robeland te echan de menos, Fitipaldi.

Ama, ama y ama.

Quisiera que mi voz fuera tan fuerte
que a veces retumbaran las montañas
y escucharais las mentes social adormecidas 
las palabras de amor de mi garganta.

Vivís en una noche sin estrellas,
andáis un camino cual orugas,
y os vais dejando pudrir las entrañas
los caminos de libertad de vuestra alma.

Hay que dejar el camino social alquitranado
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas.
Hay que volar libre al sol y al viento
repartiendo el amor que tengas dentro.

De pequeño me impusieron las costumbres,
me educaron para hombre adinerado,
pero ahora prefiero ser un indio
que un importante abogado.

Abrid las mentes y los brazos y repartíos, 
que sólo os enseñaron el odio y la avaricia
y, yo quiero que todos como hermanos,
compartamos amores, lágrimas y sonrisas.
¡Ama, ama y ama y ensancha el alma!

Las horas.

''En mi vida ya no queda nada. Salvo la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida. No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que fuimos nosotros.Querido Leonard, mirar la vida a la cara. Siempre hay que mirarla a la cara. Y conocerla por lo que es. Así podrás conocerla, quererla por lo que es. Y luego guardarla dentro. Leonard. Guardaré los años que compartimos. Guardaré esos años, siempre. Y el amor. Siempre. Y las horas''.




''La vida de una mujer en un solo día. Solo un día; y en ese día, toda su vida''.




''-¿Te enfadarías si...?
-¿Si me enfadaría si no aparecieras en la fiesta?
-¿Te enfadarías si muriera?
-¿Si murieras?
-¿Para quién es esa fiesta?
-¿Cómo que para quien es? ¿Qué quieres decir? ¿Qué estás insinuando?
-No insinúo nada, lo digo. Creo que solo sigo vivo para satisfacerte.
-Bueno, eso es lo que hacemos todos. Lo hace todo el mundo. Seguir vivo por los demás''.





''-¿Qué pasa cuando morimos?
-¿Qué pasa? Regresamos al lugar de donde venimos.
-Pues yo no me acuerdo de donde vine.
-Yo tampoco.
-Se la ve muy pequeña.
-Sí. Esa es una de las cosas que pasa. Empequeñecemos.
-Pero muy tranquila''.



''¿Me estás llamando ingrata? A mi me han robado mi vida. Vivo en un pueblo en el que no deseo vivir y llevo una vida que no deseo llevar. Dime por qué. Creo que es hora de que volvamos a Londres. La echo de menos. Echo de menos la vida allí. 
-No eres tú la que habla Virginia. Es un aspecto de tu enfermedad.
-Soy yo.
-No eres tú.
-Soy yo, es mi voz. 
-No, es una voz que oyes.
-¡No lo es, es la mía! ¡Este pueblo me está asfixiando! 
-Si pensaras con claridad recordarías que fue Londres lo que te deprimió. 
-Si pensara con claridad... Si pensara con claridad...
-Te trajimos a Richmond para que tuvieras paz.
-Si pensara con claridad, Leonard, podría decirte que estoy luchando sola y envuelta en la oscuridad que solo yo conozco, solo yo comprendo mi propio estado. Y tú vives, dices que vives con la amenaza de mi extinción. Leonard yo también vivo con ella. Ejerzo mi derecho. El derecho de todo ser humano, elijo no el asfixiante anestésico de los suburbios sino la violenta sacudida de la capital, esa es mi elección. A la paciente más humilde, a la más modesta le permiten dar su opinión en el modo de seguir su tratamiento, así define su humanidad. Desearía por ti Leonard ser feliz en esta tranquilidad, pero si debo elegir entre Richmond y la muerte elijo la muerte.
-Muy bien pues Londres. Volveremos a Londres. ¿Tienes hambre? La verdad es que yo sí. 
-Vamonos. No se puede encontrar la paz evitando la vida, Leonard.''



''-¿Están aquí verdad? Las voces.
-Oh, sí, siempre están aquí.
-¿Y son las voces las que te influyen, verdad?
-No, señora Dalloway eres tú. He seguido vivo por ti. Pero ahora debes dejar que me vaya.
-Richard... Yo...
-No, espera, espera. Cuéntame un cuento.
-¿Sobre qué?

-Un cuento sobre tu día.
-Me desperté y salí a la calle...
-Sí.
-...y fui a comprar flores, como la sra. Dalloway en el libro, ¿sabes?
-Ah sí.
-Y hacía una mañana preciosa.
-¿De veras?
-Sí, y era,era preciosa y también fresca
-Oh fresca, vaya.
-Sí.
-¿Cómo una mañana en la playa?
-Sí..
-¿Cómo eso?
-Sí.
-¿Cómo la mañana que saliste de aquel caserón? Tenías 18 años, puede que yo tuviera 19.
-Sí..
-Yo tenía 19 años y nunca había visto algo tan hermoso. Eras tú. Saliendo por una puerta de cristal aún medio dormida. ¿No es extraño? La mañana más corriente en la vida de cualquiera. No podré ir a la fiesta Clarissa.
-La fiesta...no importa.
-Has sido muy buena conmigo sra. Dalloway. Te quiero. No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que hemos sido nosotros.
-¡¡Oh dios no!! ¡¡NO!!''



''-¡Es perfecto! Un cumpleaños perfecto.
-¿Tú crees? ¿Lo dices en serio?
-¡Claro que sí! Habréis estado trabajando todo el día.
-Eso hemos hecho, ¿verdad bichito? Hemos trabajado todo el día.
-Es algo fantástico. Lo que siempre había deseado.
-Ya Dan..
-Un día Richie te lo contaré. Te contaré cómo nos conocimos.
-Dan..
-Quiero hacerlo. Quiero que sepa la historia. Todo empezó cuando estaba en la guerra, allí no dejaba de pensar en una chica a la que había visto y no llegué a conocer en el instituto, esa chica extraña y de
aspecto frágil llamada Laura McGraw. Sí. Era tímida y muy interesante. Y a tu madre no le molestará que te cuente esto, era de esa clase de chicas que casi siempre veías sentadas solas y te aseguro que algunas veces en el pacífico sur, no sé por qué, pensaba en esa chica.
-Dan.
-Solía pensar en darle un buen hogar, una vida. Más o menos como esta. Y al pensarlo era feliz. Pensar en esa mujer, en esta vida me dio ánimos para seguir. Era mi idea de la felicidad''.

''-¿Es usted Laura Brown?
-Sí. Soy la madre de Richard.
-Por supuesto. Soy Clarissa Vaughn. Pase por favor. Mi amiga Sally está en la cocina con mi hija, llevaré esto a la habitación. Estábamos preparando una fiesta, íbamos a dar una fiesta.
-He tenido suerte he cogido el último avión de Toronto.
-Así que ella es el monstruo.
-Espero haber hecho lo correcto. Encontré su número en la agenda de Richard.
-Sí, él lo tenía. Pero no hablábamos a menudo. Es terrible sra. Vaughn enterrar a toda tu familia.
-El padre de Richard murió.
-Sí, murió de cáncer cuando él era joven. Y la hermana de Richard está muerta. Es natural que me sienta
indigna, que me sienta como algo sin valor, tú sobrevives y ellos no.
-¿Ha leído los poemas?
-¡Oh, sí! ¡Oh! Y también la novela. Verá...la gente dice que la novela es muy dura.
-Lo sé.
-Eso dicen.
-Ya lo sé.
-Me hizo morir en la novela. Ya sé porqué lo hizo. Y me dolió, no puedo decir que no me doliera
pero sé
porqué lo hizo.
-Usted dejó a Richard cuando era un niño.
-Dejé a mis dos hijos. Les abandoné. Es lo peor que puede hacer una madre.
-Sí...
-Usted tiene una hija.
-Sí, pero no conocí al padre de Julia.
-¿Tanto lo deseaba?
-Así es.
-Es afortunada. Hay momentos en que estás perdida y crees que lo mejor es suicidarte. Una vez fui a un hotel, esa misma noche tracé un plan. Planeé dejar a mi familia cuando naciese mi segundo hijo. Y eso hice. Me levanté una mañana, hice el desayuno, fui a la parada del autobús y subí a él. Había dejado  una nota. Conseguí un empleo en una biblioteca en Canadá. Quizás sería maravilloso decir que te arrepientes. Sería fácil. Pero ¿tendría sentido? ¿Acaso puedes arrepentirte cuando no hay alternativa? No pude soportarlo ya está. Nadie va a perdonarme. Era la muerte, yo elegí la vida''.




''Alguien tiene que morir para que los demás sepamos apreciar la vida. Es el contraste''.




''Las horas''.